lunes, 26 de octubre de 2009

YO, robot - Isaac Asimov de lo mejor



24 MB | PDF | 17051009


Las ya famosas leyes robóticas como base de una nueva era en el desarrollo del progreso humano, son una invención de Isaac Asimov. Una invención que cambió radicalmente la filosofía hasta entonces imperante en la ciencia-ficción futurista, respecto a las relaciones entre el hombre y la máquina. Tradicionalmente, la máquina estuvo siempre al servicio del hombre; para eso fue creada, para mejorar las condiciones de la vida humana, para facilitar las funciones de la sociedad. Sin embargo, el excesivo perfeccionamiento de la máquina se sospechaba peligroso; no sólo se preconizaba la suplantación del hombre por la máquina sino incluso, en último extremo, la rebelión de las máquinas, con el consiguiente exterminio o esclavización del hombre. Y esta posibilidad, como fuente de temor, de angustia, de intriga, ha nutrido abundantemente la ciencia-ficción clásica.

Con las tres leyes robóticas como base de la programación de todo androide mecánico, aquella contingencia deviene totalmente imposible. Los robots (utilizando el término adoptado por Asimov y acuñado por Karel Cape), no obstante, siguen desarrollándose, la ciencia robótica continúa su escalada hacia el perfeccionismo y ya en el año 2002 obtiene su primer ejemplar dotado de voz y pensamiento gracias al "cerebro positónico", una especie de globo esponjoso de platino-iridio que ha sustituido a los cables y fotocélulas de que iban provistos sus antecesores. De este modo, los robots humanoides llegan a razonar lógicamente, llegan a ser criaturas libres e independientes de su creador, condicionados únicamente por las tres leyes robóticas que subyacen en la raíz de su programación y los supeditan ineludiblemente a los humanos.

Sin embargo, aún cuando la rebelión de las máquinas no sea ya teóricamente posible, surgen en ocasiones situaciones aparentemente contradictorias que parecen oponerse al imperio riguroso de las tres normas básicas. Es el caso de los fallos de programación o de las complicaciones prácticas en la aplicación de aquellas, que preludian la inmensidad del caos.

“Yo, Robot” investiga precisamente esos aspectos problemáticos, esos resquicios en el acoplamiento de los cerebros positónicos a las leyes de la robótica, mediante una serie de experiencias de la Doctora Susan Calvin, "robopsicóloga" de la "US. Robots & Mechanical Men Inc. ". Con elegancia e ingenio envidiables Isaac Asimov plantea así un cúmulo de cuestiones y las soluciona con razonamientos lógicos, próximos a la deducción policíaca, que conducen a una visión optimista del maquinismo del futuro.

El cómic permite contemplar desde una nueva perspectiva esta obra fundamental del género fantacientífico, vislumbrada ahora a través del mágico grafismo de Luis Bermejo, con esa amable irrealidad que se adapta perfectamente a la fantasía poética de Isaac Asimov.




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